viernes, 10 de enero de 2014

Nos mojamos y nos queremos.

comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros.
Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma.Pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar, porque si vamos a morir, queremos morir por alguien que sepa llorarnos.
Y luego terminó hablando sobre la capacidad de olvidarnos de las personas, y sobre la naturaleza de los recuerdos, diciendo que la mejor forma de olvidar a alguien que nos duele recordar es llegando a la conclusión de que no merecemos eso, de que merecemos algo más. De que merecemos sangrar por alguien que, luego, venga a curarnos. De que la vida no es tan larga, ni dura tanto, como para estar perdiendo el tiempo esperando trenes que ya han pasado. De que hay que sonreírle a los amaneceres, independientemente de que llueva e independientemente de que compartamos cama con la soledad. Que las cosas llegan cuando menos las esperas, y que si siempre las estás esperando, sólo tardan en llegar un poquito más. Pero llegan, tarde o temprano.
si veis al amor por ahí
sólo decidle que lo siento,
que el frío se ha hecho ciudad
y yo, sólo, he aprendido a quemarme
que la poesía pague los destrozos.
No vamos a difundirnos entre sus sábanas viendo como sonríes en cada paso que das. Por eso, eso que me cuentas de como bebe las cervezas, de como echa el humo poco a poco para poder sentir una nube en el cielo. No sabes lo que es despertarte, que ella se retuerza y bostece, te coja con un abrazo y no sepas como recordar el resto del mundo, entiende que pierdo la cabeza por tus piernas, el sentido por sus palabras y los huevos por un mínimo roce de mejilla. Memorizas cada parte de su cuerpo sabiendo que los verás de sobra, pero necesitabas guardarlo en el banco.
He visto como sonríe al ser ella misma, su cara de cuerda porque locas ya hay suficientes en las calles de tu barrio. Como suspira de pues de cada beso, como te mira y como continúas cada pulso sabiendo que te atrapa, sabiendo que tu tinta se quedará impregnada en su cuerpo para siempre, un recuerdo que nunca borrarás.
Tenía que decirte que la C de cabeza que me quitas se la lleva el mar con cada pisada que diste en el, que cada curva es un amanecer nuevo, toda tuya, toda Caracterizaba por doquier, por saber que volveré a verte, a besarte, que lo dulce te hace a tu nombre y que de juegos con caramelos tú ganas siempre.
Necesitarte sin descanso y utilizar el insomnio para verte dormir a mi lado.
De Nava para Candyi.

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