Tiene que existir esa persona que quiera quedarse en casa
con un par de litronas en la mano, en la cama sin parar de hablar, de reír o de
llorar. Que sea capaz de aguantar todo un día ahí dentro abrazado junto a mí y
que no le importe que me ría por todo mientras sea capaz de callarme con besos.
Que vea series, pelis con una buena pizza o un buen plato de macarrones y
comerlos puestos con la cabeza traspuesta en el suelo, el tronco en la cama y
los pies en la pared muertos de frío. Que ese lindo olor a hierba no le hunda
en la miseria y pueda respirar como en el campo y sonreirme por las mañanas por
saber que estoy ahí.
Esa persona que sea capaz de no enamorarse a la primera que
nos quedemos a solas y que me lea los libros y los versos más bonitos que jamás
escucharé si no fuese por él. Dormir por la noche y con un susurro decirte que
no duermas con pantalones, que ver tu culo por la mañana es lo más bonito en
tiempos. Que le cundes hasta el punto de no quererte ni de amarte, pero de no
querer estar con nadie más. Los sentimientos así son los más bonitos, los que
más nos gustan. Por saber que no nos harán daño.
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